Estrés y diabetes, una mala combinación

El estrés está muy presente en nuestras vidas, y puede ser un factor que dificulte el control de la diabetes.

Estrés y diabetes tienen mucha relación

El estrés puede afectarnos negativamente de muchas maneras. Hay quien sufre problemas digestivos, quien ve como algunas patologías crónicas de la piel como la dermatitis o la psoriasis empeoran, o quien lo ve reflejado en su conducta o su físico a través de tensión muscular o dolores de cabeza.

Como todos sabéis, las personas con diabetes también pueden sufrir estrés, ya sea provocado por la gestión de la misma o por causas externas. De hecho, según la Asociación Diabetes Madrid, están más expuestas en su día a día al estrés. Mantenerla bajo control requiere de una serie de cuidados y procesos que, aunque se terminan interiorizando y realizando casi mecánicamente, requieren de una atención y una preparación que pueden ser estresantes sin que lleguemos a darnos cuenta.

Hoy nos gustaría hablar de la relación entre el estrés y la diabetes, sobre cuáles son los efectos que puede tener sobre nosotros, y sobre cómo podemos rebajar la ansiedad que nos provocan ciertas situaciones cotidianas que pueden empeorar nuestra diabetes.

¿Qué es el estrés y cómo sé si estoy estresado?

El estrés es una reacción de nuestro cuerpo y mente ante una situación o situaciones que nos sobrepasan. Una mala situación en el hogar, una reunión importante, época de exámenes… cualquier situación que nos exija más de lo habitual y más de lo que podemos soportar en un momento determinado nos puede estresar.

Los estudiantes también sufren estrés

Hay quien se maneja mejor en situaciones de estrés, pero en ningún caso es beneficioso. El estrés, como veremos más adelante, provoca cambios en nuestro organismo que posteriormente pueden acarrear consecuencias negativas.

Los principales síntomas que podemos detectar cuando estamos estresados pueden ser físicos o psicológicos, y son los siguientes:

  • Sudoración excesiva
  • Tensión en la espalda y el cuello que pueden provocar contracturas
  • Respiración acelerada o irregular
  • Problemas intestinales como diarrea o estreñimiento
  • Dolor de estómago
  • Aceleración del ritmo cardíaco y palpitaciones
  • Problemas de sueño
  • Ansiedad
  • Cambios de humor repentinos (ira, tristeza, euforia…)
  • Problemas de concentración

La lista es larga, y hay más síntomas que podéis consultar en este enlace

¿Cuál es la relación entre el estrés y la diabetes?

Aunque el estrés es algo que puede darse en cualquier persona, sin importar su condición, las personas con diabetes son más propensas a padecerlo. El momento del debut, por ejemplo, puede suponer un momento en el que hacemos frente a muchas emociones diferentes, ya sea de niño o en la edad adulta.

Otros momentos a lo largo de nuestra vida pueden hacer que aparezca el estrés, como cuando nos encontramos con alguna complicación derivada de la diabetes ya sea aguda o crónica. Incluso algunos momentos en los que controlar nuestra diabetes sea más complicado, por un viaje o algún imprevisto, puede hacer que nuestro nivel de estrés aumente.

Cuando estamos estresados nuestro organismo sufre cambios. Una posible reacción es que el páncreas segregue glucagón, una hormona que tiene un efecto contrario a la insulina ya que aumenta la producción de glucosa y puede desestabilizar nuestro control.

Otro efecto adverso del estrés y que puede afectar directamente al control de nuestra diabetes se produce debido al cortisol. Esta hormona inhibe la secreción de la insulina, y hace que nuestras células se vuelvan más resistentes a ella.

Además, el estrés puede hacer que nuestra adherencia al tratamiento y nuestras pautas alimenticias se resientan. Por ejemplo, y tras una crisis, nuestro organismo puede tener un aumento súbito del apetito llevándonos a comer de forma compulsiva, especialmente alimentos poco saludables y de alto contenido calórico.

Si nos sucede esto de forma habitual, podremos sufrir las complicaciones clásicas de una mala alimentación además de sumar las consecuencias de una dieta inapropiada si tenemos diabetes.

¿Cómo combatir el estrés?

A veces es inevitable sufrir estrés. Nadie está exento de que algunas situaciones de nuestra vida puedan alterar nuestro estado habitual, por eso es importante saber reconocer qué días nos hemos encontrado más estresados de lo habitual.

El deporte nos ayuda a combatir el estrés

Llevar el control de estos días junto con nuestras lecturas de glucosa nos ayudará a identificar algunas situaciones que, en el futuro, puedan provocarnos otra situación de estrés. Gracias a esta anticipación podremos planificar mejor esos días tanto a nivel alimenticio como de actividad.

Para combatir el estrés físico no hay nada mejor que el deporte. Podemos recurrir a aquella actividad física que más nos ayude a liberar tensiones, ya sea el running o algo más relajado pero igualmente beneficioso como el yoga. Además, ya sabéis que la actividad física es uno de los pilares básicos para mantener la diabetes a raya, así que será doblemente positivo.

Si por el contrario nuestro estrés es más mental que físico, es importante reconocer los pensamientos negativos que nos están llevando a esta situación. Al vernos superados, podemos tener este tipo de pensamientos que no ayudan a superar la situación, sino que todavía la dificultan más. Existen métodos cognitivos enfocados a ayudarnos a detectarlos para poder corregir nuestra conducta y nuestras emociones, con el objetivo de no machacarnos al hacer frente a algo que creemos que nos sobrepasa.

Como vemos, el estrés y la diabetes tienen una relación muy estrecha, llegando a retroalimentarse el uno del otro. Si detectamos que podemos estar sufriendo de estrés por algún motivo es importante hacérselo saber a nuestro médico, para que juntos podamos buscar la solución más adecuada. Bajo ningún concepto buscaremos automedicarnos o tomaremos decisiones que no hayamos consultado con un profesional médico.

Referencias:

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La información proporcionada en este artículo no reemplaza la relación entre el profesional sanitario y su paciente. En caso de duda, consulte siempre a su profesional sanitario de referencia.