
El ejercicio es un pilar fundamental en el tratamiento de las personas con diabetes. Las recomendaciones médicas, salvo casos puntuales, siempre han insistido en la importancia de la actividad física a la hora de mantenerla bajo control, junto con una correcta alimentación y mantener una buena adherencia al tratamiento.
Esto se debe a varios factores, que podéis leer en nuestra guía práctica sobre la diabetes y la actividad física, y que de forma resumida tratarían sobre la mejora del sistema cardiovascular, la prevención de ciertas enfermedades, impacto sobre la cantidad de insulina necesaria y mayor control sobre nuestro peso.
Los ejercicios más recomendados suelen ser los relacionados con un consumo de energía constante y estable, como por ejemplo correr, nadar o andar a buen ritmo. Ahora bien, ¿qué ocurre si nos gusta, por ejemplo, levantar pesas o hacer ejercicios que exijan a nuestros músculos un esfuerzo mayor? Lo explicaremos a continuación.
El impacto del ejercicio anaeróbico sobre la diabetes
La recomendación del ejercicio aeróbico es muy habitual por factores como los que hemos descrito anteriormente. El impacto sobre nuestro organismo realizando ejercicios a una intensidad que ronde el 50-70% de nuestra frecuencia cardíaca está probado que es muy beneficioso, y esto también se aplica a las personas con diabetes.
Al hacer ejercicio aeróbico, el cuerpo quema hidratos y grasas para obtener energía y para eso utiliza el oxígeno. Esto hace que el nivel de glucosa baje.
Pero existen otro tipo de entrenamientos que constan de ejercicios más cortos y realizados con mayor intensidad (como el HIIT o el crossfit), que causan mayor fatiga muscular y que utilizan otro tipo de fuentes de energía más inmediata. Estas fuentes de energía son el glucógeno y la fosfocreatina.
El glucógeno es un conjunto de moléculas de glucosa. Es una forma que tiene nuestro organismo de almacenar más glucosa y tenerla preparada cuando el cuerpo la necesita, como por ejemplo en entrenamientos de alta intensidad.
Si bien los beneficios de este tipo de entrenamientos pueden ser parecidos a los de tipo aeróbico (también quemas calorías y mejora tu salud cardiovascular o tu sensibilidad a la insulina), también hará que tu volumen muscular aumente o se tonifique, y ganes más fuerza y más resistencia.
También afecta de forma diferente a la diabetes, como podemos ver en la siguiente imagen:
Este aumento del nivel de glucosa en sangre se da al empujar al organismo a realizar un esfuerzo para el cual se prepara, pero se compensa por los beneficios que aporta el ejercicio anaeróbico como la mejora a la sensibilidad a la insulina.
Entonces, ¿es bueno?
El ejercicio aeróbico y anaeróbico comparten algunos beneficios, pero no todos. Al hacer ejercicio constante durante más rato y a una frecuencia cardíaca no muy elevada, la quema de grasa y la necesidad de oxígeno es mayor, por lo que quemaremos más calorías y nuestro sistema cardiovascular y respiratorio se verá muy beneficiado.
Por contra, si trabajamos de forma anaeróbica, el principal beneficiado será nuestro sistema musculoesquelético, aunque también quememos calorías y mejores nuestro sistema cardiovascular.
¿Lo ideal? Salvo que tengamos alguna restricción o recomendación por parte de nuestro profesional médico o especialista en diabetes, es combinar ambos. Podemos buscar deportes que impliquen ambos tipos de ejercicio, o bien programar sesiones de entrenamiento que incluyan diferentes tipo de ejercicios para incluirlos ya sea en el mismo día o en días diferentes.
Pudiendo obtener beneficios de ambas prácticas, ¿por qué quedarse solo con una? Habla con un profesional y explícale tus objetivos, podrá diseñarte una rutina a medida en función de tus necesidades y verás como poco a poco irás mejorando y te sentirás mucho mejor.
Referencias:
- A. Menarini Diagnostics. Guía práctica de la actividad física y la diabetes.
- Diabetes Forecast. Anaerobic Training and Diabetes.
- American Diabetes Association. ¿Qué recomendamos?.
- Asvidia. Ejercicio.