Me han diagnosticado diabetes a los 56: ¿y ahora qué?

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Cuando mi amiga me dijo hace unos días que le habían diagnosticado diabetes, lo primero que me sorprendió fue su edad. Tiene 56 años y hasta ahora nunca había tenido un problema de salud relevante. Fue al médico porque había ganado algo de peso en poco tiempo, le hicieron unos análisis… y allí apareció la palabra que cambia muchas cosas: diabetes.

La primera reacción fue de desconcierto:

  • ¿Cómo es posible que me diagnostiquen esto ahora, si nunca antes había salido nada raro?
  • ¿Qué significa exactamente “diabetes tipo 2”?
  • ¿De verdad hasta las zanahorias están prohibidas?

Estas son preguntas muy comunes cuando el diagnóstico llega en la edad adulta, y quiero intentar darles respuesta de forma sencilla.

¿Por qué aparece “de repente” la diabetes en adultos?

En realidad, la diabetes tipo 2 no aparece de un día para otro, aunque lo parezca. Muchas personas pueden pasar años con niveles de glucosa más altos de lo normal sin notarlo, hasta que un análisis rutinario lo detecta. Factores como la predisposición genética, la edad, el sobrepeso, el sedentarismo o incluso situaciones de estrés mantenido pueden hacer que la insulina —la hormona que regula la glucosa en sangre— deje de actuar con la misma eficacia.

Por eso, cuando nos lo comunican, sentimos que es repentino, aunque en realidad llevaba tiempo gestándose.

Síntomas iniciales: ¿cómo reconocerlos?

Aunque muchas veces pasa desapercibida, la diabetes tipo 2 puede dar señales antes del diagnóstico. Los síntomas más frecuentes son:

  • Cansancio persistente, incluso tras dormir bien.

  • Sed excesiva y necesidad de beber agua con frecuencia.

  • Orinar más de lo habitual, incluso por la noche.

  • Visión borrosa o cambios en la vista.

  • Heridas que tardan en cicatrizar.

  • Infecciones repetidas, como urinarias o de la piel.

El problema es que estos síntomas son muy inespecíficos y solemos atribuirlos a la edad, al estrés o al cansancio. De ahí la importancia de realizar controles médicos periódicos, especialmente a partir de los 45-50 años.

¿Qué es exactamente la diabetes tipo 2?

La diabetes tipo 2 es la forma más común de diabetes en adultos. Se caracteriza por una resistencia a la insulina: el cuerpo produce insulina, pero no la utiliza correctamente. Al principio el páncreas “fuerza la máquina” y produce más, pero llega un momento en que no puede mantener ese ritmo, y la glucosa se eleva en sangre.

A diferencia de la diabetes tipo 1 (que suele diagnosticarse en la infancia o juventud y requiere insulina desde el inicio), la tipo 2 muchas veces puede controlarse al principio con alimentación saludable, ejercicio y medicación oral.

El diagnóstico: ¿qué miran en la analítica?

Una de las dudas más comunes es cómo se diagnostica la diabetes. La herramienta principal es un análisis de sangre. Los criterios más habituales que utilizan los médicos son:

  • Glucosa en ayunas:

    • Normal: menos de 100 mg/dL.

    • Prediabetes: entre 100 y 125 mg/dL.

    • Diabetes: 126 mg/dL o más en dos análisis separados.

  • Hemoglobina glicosilada (HbA1c): refleja la media de glucosa de los últimos 2-3 meses.

    • Normal: menos del 5,7 %.

    • Prediabetes: entre 5,7 % y 6,4 %.

    • Diabetes: 6,5 % o más.

  • Glucosa posprandial (después de una comida o tras una sobrecarga de glucosa):

    • Diabetes: 200 mg/dL o más.

Saber estos valores ayuda a entender por qué el médico habla de “prediabetes” o de “diabetes confirmada”. Además, permite seguir la evolución y valorar si los cambios de estilo de vida están funcionando.

¿Y qué pasa con la comida? ¿Hasta las zanahorias están prohibidas?

Uno de los grandes miedos tras el diagnóstico es la dieta. Se piensa que “ya no voy a poder comer nada”, y no es así.
En el caso de mi amiga, su médico le recomendó empezar con un plan muy estricto, incluso eliminando alimentos que, en realidad, no están prohibidos. Las zanahorias, por ejemplo, tienen un índice glucémico moderado, pero su contenido total en hidratos no es tan alto como para justificar un veto absoluto. Lo importante no es un alimento aislado, sino el conjunto de la dieta, las cantidades y la frecuencia.

En pocas palabras: sí se puede comer zanahoria, pero en raciones moderadas y dentro de un plan equilibrado. Lo mismo ocurre con la fruta, la pasta o el pan: no se trata de prohibir, sino de aprender a medir, combinar y elegir mejor.

¿Tengo que pincharme insulina también?

No siempre. En la diabetes tipo 2 el primer paso suele ser ajustar la alimentación, hacer ejercicio regular y, si hace falta, tomar medicación oral (como la metformina). La insulina puede llegar más adelante si estos tratamientos no son suficientes, pero muchas personas consiguen controlarse sin necesidad de pinchazos durante años.

¿Las recetas para diabetes tipo 1 sirven para la tipo 2?

En su mayor parte, sí. Una receta pensada para personas con diabetes tipo 1 (por ejemplo, sin azúcares añadidos, con hidratos de absorción lenta, equilibrada en proteínas y grasas saludables) también es válida para quienes tienen tipo 2. Lo único que cambia es la forma de ajustar las raciones y el control posterior de la glucosa.

La primera fase: de la sorpresa a la acción

El diagnóstico puede ser un golpe, pero también una oportunidad. Muchos adultos descubren que al mejorar sus hábitos —caminar más, reducir azúcares, dormir mejor— no solo controlan la glucosa, sino que recuperan energía y bienestar.

Mi amiga ahora lo ve como un reto: aprender a cuidarse más y a escucharse. Y ese es el verdadero mensaje: la diabetes tipo 2 no tiene por qué ser un freno, sino un nuevo punto de partida.

Fuentes de interés para saber más sobre la Diabetes tipo2

 

 

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La información proporcionada en este artículo no reemplaza la relación entre el profesional sanitario y su paciente. En caso de duda, consulte siempre a su profesional sanitario de referencia.