Retinopatía diabética: la historia de cómo aprendimos a ver lo invisible

Perfil de una chica, muestra solo un ojo, el otro queda ocultado. Tiene los ojos de color verde y una melena lacia.

Si hoy te sientas en una consulta y te hacen una fotografía del fondo del ojo en menos de un minuto, es fácil olvidar que durante siglos nadie sabía qué ocurría realmente dentro de esa pequeña cámara oscura donde nace la visión.

Y, sin embargo, fue ahí, en ese espacio del tamaño de una moneda,  donde empezó una de las historias más fascinantes de la medicina: la del descubrimiento de la retinopatía diabética.

A mediados del siglo XIX, un joven físico llamado Hermann von Helmholtz sostenía una lámpara de queroseno frente a los ojos de sus primeros pacientes mientras probaba su invento: el oftalmoscopio. Cuando vio por primera vez el entramado de vasos sanguíneos de una retina, escribió en su cuaderno: “Es como entrar en un territorio desconocido”.
Nadie podía imaginar entonces que aquella luz iba a permitir detectar cambios silenciosos que afectaban a las personas con diabetes mucho antes de que notaran síntomas.

Ese fue el primer momento “Eureka”. El segundo llegaría un siglo después. Pero antes, toca entender qué es lo que vieron aquellos pioneros.

Del pincel al láser: un viaje sorprendente

Cuando los médicos dibujaban la retina a mano

A finales de 1800, no existían cámaras capaces de fotografiar el interior del ojo.
Así que los médicos observaban la retina… y la dibujaban. Lápiz en mano, intentaban copiar cada vaso fino, cada punto oscuro, cada pequeña hemorragia.

En muchos de esos dibujos se describían patrones que hoy identificamos como clásicos de retinopatía diabética, aunque entonces no tenía nombre.

La revolución de los años 60

Décadas después, ya con cámaras rudimentarias, los investigadores empezaban a entender que la diabetes dañaba la microcirculación. Y entonces llegó el avance que cambió todo: el láser de fotocoagulación.

Por primera vez, se podía detener el avance de la retinopatía. No devolver lo perdido, pero sí salvar visión. Miles de pacientes evitaron una ceguera que antes se consideraba inevitable.

La era digital y la IA

Del láser pasamos a las retinografías digitales, tan precisas que detectan microhemorragias milimétricas.  Hoy, la inteligencia artificial ya es capaz de analizar miles de imágenes en minutos y avisar cuando algo empieza a cambiar.

Un camino de más de 150 años que ha transformado el pronóstico de millones de personas.

Qué es realmente la retinopatía diabética (explicado sin tecnicismos)

Imagina que los vasos del ojo son carreteras diminutas. Cuando la glucosa permanece alta durante mucho tiempo, esas carreteras se vuelven frágiles: algunas pierden líquido, otras se taponan y otras sangran ligeramente.

La retinopatía diabética es eso: el resultado de pequeños daños repetidos en los capilares que alimentan la retina.

No duele. No siempre avisa. Y por eso las revisiones no son opcionales: son protección pura.

Cuando la vista “susurra”: testimonios reales

Los primeros síntomas suelen ser tan sutiles que la mayoría de quienes los han vivido los recuerdan con la misma frase: “Pensé que era cansancio”.

Escena 1
“Veía una mancha que se movía cuando movía el ojo. Como una mosca diminuta”.
Eso era un pequeño resto de sangre flotando en el vítreo.

Escena 2
“Las luces del coche se me convertían en estrellas”.
Un clásico: edema o pequeñas filtraciones de líquido.

Escena 3
“Un día tapé un ojo por curiosidad… y veía nublado. No me había dado ni cuenta”.

En la mayoría de casos, estas señales aparecen cuando ya ha habido un sangrado leve. Por eso la detección precoz es la pieza clave del puzzle.

Cómo se diagnostica hoy (y por qué es más fácil que nunca)

Hoy la revisión es sencilla, rápida y sin molestias. Los pilares:

  • Retinografía digital: Una foto en segundos. No duele, no es invasiva, y permite comparar imágenes año tras año.
  • OCT (tomografía de coherencia óptica): Un “corte” virtual de la retina. Revela edemas o daños invisibles a simple vista.
  • Cribado automático con IA: En varios hospitales españoles, un software revisa miles de retinografías y detecta microcambios incluso antes de que un humano los perciba.
  • Y tu glucosa, aliada silenciosa: El control glucémico, especialmente con monitores continuos (MCG), reduce la probabilidad real de desarrollar retinopatía. No la elimina al 100 %, pero cambia radicalmente el riesgo.

¿Se puede evitar? Lo que dice la ciencia (DCCT/EDIC)

Los estudios más sólidos, DCCT y EDIC (realizados durante más de 30 años), demostraron que:

  • Un buen control glucémico reduce hasta un 76 % el riesgo de desarrollar retinopatía en diabetes tipo 1.

  • También reduce la progresión de la enfermedad si ya está presente.

  • Controlar la presión arterial y el colesterol añade una capa extra de protección.

  • No fumar disminuye el riesgo de progresión.

  • Las revisiones anuales reducen casi por completo la probabilidad de una pérdida visual grave.

No es culpa, no es perfección, no es “hacerlo todo bien”. Es saber que cada pequeño esfuerzo suma a largo plazo.

Cuando ya hay retinopatía: lo que realmente pasa

Un diagnóstico de retinopatía no significa perder la visión. Ni mucho menos. Hoy sabemos que:

  • Muchos casos no progresan si se mejora el control glucémico.

  • Las técnicas actuales de láser son más precisas y conservan más tejido sano.

  • Los tratamientos anti-VEGF (inyecciones intraoculares) han cambiado por completo el pronóstico del edema macular diabético.

  • Incluso en casos avanzados, la cirugía vítreo-retiniana (vitrectomía) ofrece resultados muy superiores a los de hace 20 años.

El mensaje real: hay tratamiento y funciona.

El futuro: tecnologías que verán antes que nosotros

Los próximos años traerán:

  • Cribados masivos con IA incluso en centros de salud rurales.

  • Retinografías que detectan patrones predictivos antes de que se vean cambios anatómicos.

  • Programas europeos de detección precoz integrados con la historia clínica.

  • Prototipos de cámaras portátiles de bolsillo.

Si Helmholtz viera esto hoy, seguramente escribiría otra frase en su cuaderno:
“Hemos aprendido a ver lo invisible”.

En pocas palabras

  • La retinopatía es una complicación frecuente, silenciosa y totalmente prevenible en gran parte de los casos.

  • La historia de su descubrimiento es la historia de cómo aprendimos a mirar dentro del ojo.

  • Una revisión anual puede marcar la diferencia.

  • Y hoy, más que nunca, las tecnologías juegan a nuestro favor.

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La información proporcionada en este artículo no reemplaza la relación entre el profesional sanitario y su paciente. En caso de duda, consulte siempre a su profesional sanitario de referencia.